El último viernes, el ministro de Educación, Alberto Sileoni, dio un paso adelante hacia la educación sexual para todos los alumnos en edad escolar. En el Congreso, frente a diputados y senadores, defendió una ley (la de Educación Sexual, promulgada en 2006 y con tiempo de implementación hasta 2010) que, en su opinión, sirve para prevenir el abuso sexual infantil y el embarazo adolescente.
En respuesta a una de las instituciones más críticas, la Iglesa Católica, Sileoni afirmó que “pueden decir que es un valor la virginidad hasta el matrimonio, pero no tienen derecho a esconder información veraz, científicamente comprobada y previamente tienen que dar a conocer (a los adolescentes) todos los métodos anticonceptivos”. Con respecto a la necesidad de la información para evitar los abusos, el funcionario se refirió con estadísticas: “El 50 por ciento de los niños abusados vive con sus abusadores. En el 75 por ciento de los casos los abusos son llevados a cabo por familiares de las víctimas”.
Además, con respecto al rechazo de algunas provincias a la aplicación de la ley, el ministro fue tajante: “La ley no es opinable”.
Tal vez el problema de los detractores de la educación sexual es que interpretan a la misma como una clase pornográfica para niños de 5 años, y no entienden que hay especialistas para tratar el tema en cuestiones específicas de cada edad: desde la enseñanza sobre qué es la intimidad en los más chicos, hasta el uso de métodos anticonceptivos en los preadolescentes.
Alberto Sileoni jurando como ministro de Educación